Fue Rodeado por Sogas de Fuego en el Purgatorio por Seducir a una Monja.
Esto es lo que leemos por cuenta del historiador Daniel Bartoli, de la Compañía de Jesús, en "Vida del Padre Nicolás Zucchi". El santo y celoso Padre Zucchi, fallecido en Roma el 21 de mayo de 1670, había iniciado en los caminos de la perfección a tres jóvenes, las cuales se consagraron a Dios para llevar vida conventual.
Una de ellas, antes de renunciar al mundo, había sido pretendida en matrimonio por un joven señor. Luego de que ella ingresase al noviciado, este señor, en lugar de respetar tan santa vocación, siguió dirigiendo cartas a quien quería llamar su novia, invitándola a que abandonara, como él lo decía, “el triste servicio de Dios” y que se dedicara en cambio a “las alegrías de la vida”.
El Padre, habiéndose encontrado con él un día en la calle, le suplicó que detuviera esa persecución: "Le aseguro", agregó, "que pronto va a comparecer ante el Tribunal de Dios, y ya es hora de que se prepare a través de una sincera penitencia”. En efecto, quince días después, este joven murió, habiendo sido tomado por sorpresa por una muerte súbita, la cual le dejó poco tiempo para poner en orden su conciencia, lo que hacía temer por su Salvación.
Una noche, cuando las tres novicias estaban juntas, dedicadas a estudiar las cosas de Dios, la más joven fue llamada a la sala de visitas. Allí encontró a un hombre, envuelto en una gran capa, el cual caminaba con grandes pasos. - "Señor", dijo ella, "¿quién es usted? y porque me mandó llamar?” - El extraño, sin contestarle, se acerca y retira el misterioso manto que lo cubre.
La monja reconoce entonces al infortunado fallecido, y ve con terror que está completamente rodeado por sogas de fuego, que le aprietan el cuello, las muñecas, las rodillas y los tobillos. “¡Reza por mí!” gritó el hombre, y se marchó.
Esta milagrosa manifestación demostró que Dios se había compadecido de esa pobre alma en el último instante; que no había sido condenada, pero que tuvo que pagar por sus intentos de seducción a un alma consagrada con un durísimo Purgatorio.
Dios es un Dios celoso, que no permite que su Amor por las almas elegidas para ser consagradas a Él, sea compartido con nadie.