martes, 21 de junio de 2022

Fue Rodeado por Sogas de Fuego en el Purgatorio por Seducir a una Monja


 

Fue Rodeado por Sogas de Fuego en el Purgatorio por Seducir a una Monja.

Esto es lo que leemos por cuenta del historiador Daniel Bartoli, de la Compañía de Jesús, en "Vida del Padre Nicolás Zucchi". El santo y celoso Padre Zucchi, fallecido en Roma el 21 de mayo de 1670, había iniciado en los caminos de la perfección a tres jóvenes, las cuales se consagraron a Dios para llevar vida conventual.

Una de ellas, antes de renunciar al mundo, había sido pretendida en matrimonio por un joven señor. Luego de que ella ingresase al noviciado, este señor, en lugar de respetar tan santa vocación, siguió dirigiendo cartas a quien quería llamar su novia, invitándola a que abandonara, como él lo decía, “el triste servicio de Dios” y que se dedicara en cambio a “las alegrías de la vida”.

El Padre, habiéndose encontrado con él un día en la calle, le suplicó que detuviera esa persecución: "Le aseguro", agregó, "que pronto va a comparecer ante el Tribunal de Dios, y ya es hora de que se prepare a través de una sincera penitencia”. En efecto, quince días después, este joven murió, habiendo sido tomado por sorpresa por una muerte súbita, la cual le dejó poco tiempo para poner en orden su conciencia, lo que hacía temer por su Salvación.

Una noche, cuando las tres novicias estaban juntas, dedicadas a estudiar las cosas de Dios, la más joven fue llamada a la sala de visitas. Allí encontró a un hombre, envuelto en una gran capa, el cual caminaba con grandes pasos. - "Señor", dijo ella, "¿quién es usted? y porque me mandó llamar?” - El extraño, sin contestarle, se acerca y retira el misterioso manto que lo cubre.

La monja reconoce entonces al infortunado fallecido, y ve con terror que está completamente rodeado por sogas de fuego, que le aprietan el cuello, las muñecas, las rodillas y los tobillos. “¡Reza por mí!” gritó el hombre, y se marchó.

Esta milagrosa manifestación demostró que Dios se había compadecido de esa pobre alma en el último instante; que no había sido condenada, pero que tuvo que pagar por sus intentos de seducción a un alma consagrada con un durísimo Purgatorio.

Dios es un Dios celoso, que no permite que su Amor por las almas elegidas para ser consagradas a Él, sea compartido con nadie.

jueves, 16 de junio de 2022

Un monje pide misas desde el Purgatorio

 



Dentro de los testimonios de apariciones de Almas del Purgatorio, se encuentra la de un Monje que hacía mucho tiempo que estaba en el Purgatorio y que se aparece para pedir sólo una Misa para ser liberado. Hace muchos años en Messina, Italia, hubo una gran terremoto en el que muchas personas perdieron la vida; a causa del terremoto, se derrumbó casi toda la ciudad, quedando solo intacta un único edificio grande, la Catedral. Unos años después del terremoto, había un sacerdote devoto y piadoso que quería ver la Catedral y lo que quedaba en la Ciudad, así que viajó muchos kilómetros hasta que al fin pudo llegar a la Iglesia, pidiéndole al custodio que abriera la puerta para poder mirar y orar. Después de pasar mucho tiempo admirando las estatuas y las pinturas sagradas que había en las paredes, se fue a rezar delante de la estatua de la Santísima Virgen María, que estaba en el lado derecho del altar. Después de rezar allí por un tiempo, el cansancio del viaje lo venció y se quedo dormido. Cuando despertó, miró hacia la ventana y notó que estaba empezando a oscurecer, entonces trató de abrir la puerta principal pero estaba cerrada con llave, trató de abrir las otras puertas pero vio que también estaban cerradas. Empezó a golpear la puerta y a gritar que alguien lo ayudara, pero no había nadie que lo ayudara. El custodio se había ido a su casa pensando que el Sacerdote ya se había ido. No había casas cerca de la Catedral porque ya habían sido destruidas y estaban deshabitadas debido al terremoto que había ocurrido hacía tiempo. Cuando estaba ya totalmente oscuro, se dio cuenta que iba a tener que dormir en la Iglesia toda la noche. Vio a su alrededor y acercó una silla pasar la noche. El sacerdote cerró la puerta del confesionario y trató de dormir, pero estaba inquieto porque estaba solo en esa Iglesia oscura, y porque la silla también era incómoda. Además de eso, no podía dormir, ni siquiera por un minuto, porque la campana de la torre de la Iglesia sonaba cada quince minutos. Después de que la campana sonó por la media noche, oyó un ruido, se levantó de su silla y asombrado vio el altar de la Iglesia rodeado por una luz misteriosa. Cerca del altar, había una pared que tenía un nicho en la pared, y en ese lugar había un monje con su capucha sobre la cabeza. El monje caminó hacia el frente del altar y dijo en voz alta:

-“¡Hay un sacerdote aquí, que celebre una Misa por mi alma que sufre en el Purgatorio!”. El sacerdote se asustó e inmediatamente se sentó en silencio en su silla. Entonces oyó los pasos del monje que caminaba lentamente hacia el confesionario y se detuvo por un momento. El sacerdote miró fuera del confesionario y vio el rostro del monje, era una cara de muerto. Y entonces oyó de nuevo los pasos del monje en el mármol de la Iglesia. Más tarde, mientras el sacerdote estaba sentado en su silla y rezando, oyó el sonido de las campanas dos veces, significado que ahora eran ya las dos de la mañana. Entonces fue de nuevo al altar y vio que se iluminó, y el monje salir del nicho del muro repitiendo nuevamente: -“¡Hay un sacerdote aquí, que celebre una Misa por mi alma que sufre en el Purgatorio!” El sacerdote todavía asustado, no dijo nada y otra vez la Iglesia se oscureció. Más tarde, el Sacerdote estaba rezando su Rosario. Le pidió a la Santísima Virgen Madre de Dios, que le diera valor.
Oyó las campanas golpear tres veces, lo que significaba que eran las tres de la mañana. Y el monje volvió a salir otra vez y dijo nuevamente:
“¡Hay algún sacerdote aquí, que celebre una Misa por mi alma que está sufriendo en el Purgatorio!”. Pero esta vez el Sacerdote si salió del confesionario y dijo: “Si, yo lo haré”. El Sacerdote se dirigió al altar y encontró todo preparado para la Misa, se puso la vestimenta y ofreció la Misa por la intención por el reposo del alma del monje. Después de terminar la Misa, oyó una voz que provenía de la pared lateral, que decía esa voz: “No puedo agradecerte lo suficiente por lo que has hecho por mí. Durante 145 años he venido aquí pidiendo a alguien que me ayude. Esta noche estaré en el Cielo por tu Misa y tu acto de caridad. Por la Gracia de Dios te mostraré mi agradecimiento advirtiéndote cuando se acerque tu propia muerte”. Y entonces hubo un silencio y la Iglesia se oscureció de nuevo. El sacerdote se acercó hasta el altar donde estaba la Santísima Virgen Madre de Dios. Se sentó apoyando la cabeza contra la pared y pronto se quedo dormido. Al día siguiente temprano en la mañana, lo despertó el custodio cuando abrió la puerta de la Iglesia. El custodio se sorprendió al encontrar al sacerdote todavía en la Iglesia y le pidió disculpas por haberlo encerrado accidentalmente en la Iglesia. El sacerdote regresó a su casa, y le contó a tres de sus amigos íntimos lo que había sucedido, pero ellos no le creyeron, le dijeron que debía ser un sueño, pero el insistió en que estaba diciendo la verdad. Después de unos años el Sacerdote llamó a sus tres amigos y les dijo que iba de viaje. Le preguntaron: ¿Cuándo vas a regresar? Y él dijo: “Nunca”. Les recordó como el monje le había prometido que le revelaría el día de su muerte tres días antes. Sus amigos no le creyeron y tomaron a broma lo que les decía, porque el sacerdote estaba en perfecto estado de salud y todavía era joven. Pero el sacerdote les dijo que el asunto era muy serio y por eso esa noche hizo una buena confesión sacramental. Tres días después, cuando no venia a decir la Misa en la mañana, el sacristán fue a su habitación y lo encontró muerto. Había muerto en el sueño, con lo cual se demostró que lo que el monje del Purgatorio le había dicho era cierto, que él lo ayudaría avisándole tres días antes de su muerte, para que pudiera hacer una buena confesión y así salvar su alma. Años más tarde, cuando empezaron a restaurar la Iglesia, encontraron en el nicho de la pared cerca del altar un esqueleto de monje con capote y capucha marrón. La misma descripción de la ropa que el Sacerdote les había contado años antes. En conclusión, seamos como este santo sacerdote, que rezó por el Alma del monje que estaba en el Purgatorio, hagamos celebrar Misas por los que han fallecido, especialmente por los sacerdotes, hermanos y religiosos, porque necesitan nuestra ayuda. Muchos esperan años para que nosotros simplemente ofrezcamos una Misa por ellos y recordemos que “rezar por vivos y difuntos” es una obra de misericordia espiritual que abre las puertas del Cielo.

 

 

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